El campeón defensor se impuso por 1-0 a los ecuatorianos con gol de Alario, pero no le alcanzó para revertir la serie tras la caída por 2-0 en Quito
River mostró nuevamente su estirpe de campeón, pero también exhibió las limitaciones que lo acompañaron en los últimos meses, y así se despidió de la Copa Libertadores de América, con un triunfo con la frente en alto por 1-0 que fue insuficiente para revertir la caída por 2-0 en el duelo de ida en Quito. El modesto Independiente del Valle, en un Monumental colmado, encontró refugio en la seguridad del arquero Librado Azcona, y se llevó una derrota por margen mínimo, que le dio la victoria en el marcador global por 2-1, y se enfrentará en cuartos de final con Pumas, de México.
Urgido por la necesidad de reducir los dos goles de diferencia del partido de ida, y alentado por más de 50.000 espectadores, River entró decidido a llevarse por delante al equipo ecuatoriano, a partir de una presión asfixiante en todos los sectores, y no tardó en arrinconarlo sobre su campo.
En pocos minutos, el local supo generar ocasiones, como una buena jugada de Alonso que terminó con un remate alto de Mora cuando estaba solo frente al arco, un derechazo de Ponzio que contuvo Azona, y un cabezazo de Alonso -que ganaba siempre por la vía aérea- que también encontró destino en las manos firmes del arquero visitante.
Con mucho campo por delante, Independiente del Valle tenía lugar para contraatacar, y en una de las pocas ocasiones que tuvo, Barovero apareció para salvar su valla ante una escapada de Angulo. Sobre el final de la primera parte, Alonso tuvo otra chance, pero levantó su zurdazo frente al arco, después de una gran asistencia de D’Alessandro.
Sin perder la calma, River prolongó su dominio hegemónico en la segunda parte, y pronto se decantaron las situaciones para quebrar el cero.
Mercado tuvo su oportunidad, con un cabezazo a quemarropa que salió apenas alto, y Mora tuvo su chance con una espectacular chilena que encontró bien parado a Azcona.
Para tener más profundidad, Gallardo no dudó y mandó a la cancha a Alario, en lugar de Mayada, y el delantero, postergado en la titularidad por Alonso, mostró enseguida su capacidad de generar riesgo, primero con un derechazo desde ángulo cerrado que salvó Azcona, y en la jugada siguiente, de un tiro de esquina ejecutado por D’Alessandro, estrelló un cabezazo en el travesaño.
El gol de River se veía venir, aunque tardaba demasiado, mientras seguían las oportunidades, incluidos un zurdazo milimétrico de D’Alessandro que dio en el travesaño y picó afuera, y luego en un cabezazo de Alonso que Azcona sacó del rincón con la punta de los dedos.
La insistencia de River encontró su premio con el 1-0, que llegó con un derechazo de Alario; Azcona rechazó el primer intento, pero no pudo con el rebote, que tampoco consiguió despejar Caicedo.
Quedaban varios minutos y River insistió, pero el gol de la apertura había tardado demasiado en madurar, y Azcona ya se había convertido en un muro infranqueable que resistió casi todo lo cayó sobre su terreno, convertido en el héroe de una histórica clasificación ecuatoriana, y en el verdugo de un campeón que se despidió con dignidad, pero con las manos vacías.