Creo que el grito tiene poco efecto en equipos de formación, aunque es cierto que a veces en alguna situación hay que enfatizar, realzar el tono o enfadarse en aspectos que consideremos importantes. Pero por mi experiencia en formación, no considero que sea un recurso demasiado positivo, donde puedes bloquear a un jugador aún inseguro en su faceta de construcción de la personalidad.
- ¿En los equipos séniors en que momento hay que aplicar el grito?
Desde mi punto de vista el grito ha de ser en el momento justo. Averiguar cuál es el problema, por que ha de tener efecto sobre el grupo, en el sentido que a ti te convenga como entrenador. No es fácil escoger los momentos, pero hay una situación que para mi es influyente: la baja concentración del grupo con el trabajo.
Estar continuamente gritando pierde efectividad, porque el grupo incorpora este tono, como habitual y entonces no tiene ningún efecto. Mejor dicho si lo tiene: negativo y perdida de autoridad
- ¿Hay que aplicar a todos los jugadores el grito?
Pues evidentemente creo que no. Creo que los entrenadores hemos de saber como afecta a cada jugador un grito. Por mi experiencia hay jugadores que una frase irónica, una mirada o una observación, pueden tener más efecto que un grito y hay otros jugadores que les pasa al revés.
- ¿Gritar, refuerza el entrenamiento?
En mi opinión, como he dicho antes, esto va en función de cada entrenador. De cómo le gusta expresarse. A mi parecer cuando estas en tensión, elevas el tono de voz, etc… Estás ayudando en la dinámica de determinados ejercicios, básicamente defensivos, que necesiten un extra de trabajo mental. Y ahí creo que el grito es de ayuda por que transmite al jugador esta intensidad que deseas para este trabajo.
- ¿En qué situaciones el grito puede ser negativo?
Hay varios factores por los que un grito puede producir el efecto contrario de lo que busca el entrenador:
– Cuando se quiere buscar autoridad.
– Cuando se quiere demostrar al entorno o cierto entorno que “se domina” una situación.
– Hacerlo a un jugador/a de poca influencia en el vestuario, por que a parte de perjudicar mas, a un jugador con poca ascendencia en el grupo, pierdes a la vez la autoridad antes los que si la tienen.
– Gritar como hábito y no como estímulo.
– Hacerlo para evidenciar al jugador delante de otros y justificar un error tuyo.
– Gritar siempre como refuerzo negativo. Hay gritos que refuerzan actitudes positivas.
Seguramente hay muchas mas acciones de grito de las expuestas aquí. Tantas como personalidades de entrenadores. Pero quiero reflejar el grito en si mismo no es malo ni bueno, sino que va en función de dónde se ponga el acento, de que se quiera conseguir.
Algunos que desde fuera nos ven chillar, pueden ver un cierto descontrol de la emoción, y quiero defender que se puede chillar, y controlar esa emoción interna, aunque se digan cosas en un contexto que no se dirían fuera del parquet o del vestuario.
Chillar, gritar, elevar mucho el tono de voz, no es necesariamente sinónimo de enfado, puede haber otros objetivos que se quieran conseguir con esta actitud del entrenador.
Quiero acabar diciendo, que en defensa de aquellos que utilizan un tono de voz elevado en el entrenamiento o partido, me hacen sufrir más aquellos jugadores que tienen entrenadores, que supuestamente siempre demuestran un tono plano y utilizan el sarcasmo para intervenir entre él y el jugador. Aquellos entrenadores que van “de super-entrenadores” como si dominasen todas las facetas relacionales en el parquet, y que dan esa imagen de poder, cuando en realidad después, algunos canalizan toda esta emoción que han contenido, en relaciones deterioradas entre quienes les rodean.