A días de haber cumplido dos décadas como jugador, y tras un merecido homenaje por parte de la dirigencia de Anzorena, club que en la actualidad defiende, Jorge Sánchez, el Hacha, apodo que recibiera por un compañero en UBA repasa su carrera.
Aquel pibe de 17, que en plena adolescencia decidió irse a probar suerte a Pico (La Pampa) tras una negativa anterior de su familia frente a un llamado similar, ahora descansa junto a su esposa, Ana-a quien conoció gracias al básquet- y sus dos hijos (Ambar y Máximo), sostén principal del último trayecto de su carrera, en la tranquilidad de lo que está siendo su hogar temporario en Mendoza, en este nuevo paso por Anzorena en el Torneo Federal.
Jorge Sánchez, un jugador de perfil bajo, líder nato, mentalidad ganadora, y de un juego con un importante porcentaje basado en el corazón y la entrega, ha sabido ganarse el respeto y el cariño de propios y ajenos en estos 20 años de trayectoria, que como él dijo “no representan el final de mi carrera”. En este tiempo supo combinar: Liga Sudamericanas, campeonatos Argentinos, partidos en todos los estamentos del básquet y también trabajar en una reconocida fábrica de pañales para llenar la olla y probar nuevas experiencias. A sus 37 no solo sigue vigente sino que es una de las figuras de este equipo. “Soy un privilegiado de la vida, porque hago lo que me apasiona”, larga mientras ceba los primeros mates de la tarde.
-A 20 años de tus comienzos como jugador profesional, ¿qué y quienes fueron los que te motivaron a irte de tu ciudad?
“A parte de mi familia, no les animaba mucho que me fuera lejos. A los 15 había tenido la oportunidad de irme a Buenos Aires, a jugar el Metropolitano con Huracán de Parque Patricios y no había tenido éxito ante mi pedido, porque estaba en la mitad del colegio. Luego a los 17 me llega la segunda oportunidad, y como que en mi casa había un ultimátum, de que sí o sí me iba. Vieron que yo estaba muy convencido de lo que quería hacer, por eso terminaron también dejándome ir. También tuvo que ver en esta decisión mía, un entrenador que yo tenía, que era Eduardo Lucero Garcés”.
-¿Siempre quisiste dedicarte al básquet?
“En realidad cuando me fui, no pensaba a esa edad si iba a vivir del básquet o no. Me voy buscando jugar en algo más arriba, en otras provincias. Más allá de que ya había jugado varios regionales y Argentinos. Cuando salió la oportunidad de Independiente, equipo que venía de salir subcampeón en la Liga, ni lo pensé y quise irme”.
-¿Cómo fue estar fuera de casa?
“Con las ganas que yo tenía de jugar al básquet, no note lo de estar lejos de casa. Además estaba en Pico, una ciudad donde el núcleo de gente con la que me manejaba era chico, y con los cuales compartí mates, y apoyo permanente”.
-¿Volverías a tomar la misma decisión?
(Con un tono decidido) Sí, totalmente. Hace poco hablé con un amigo, que a la misma edad que yo tenía cuando me fui, le surgió la posibilidad de irse a probar a Peñarol de Mar del Plata, y le dije que no lo dudara para nada. Es una gran oportunidad, para seguir creciendo con el básquet. La volvería a tomar te repito, y le diría a los chicos, que estén en condiciones iguales, que la acepten: siempre van a ganar”.
-El campeonato con Independiente de Pico en la LNB, aún pese a tu corta edad y pocos minutos en cancha, ¿es una de tus mayores satisfacciones deportivas?
“En el momento en que yo estaba, con 17 años, entrenando con jugadores importantes de la Argentina, era todo un logro y una felicidad. Aprendí mucho de esa camada. Yo creo que no alcance a jugar ni 10 minutos en todo el año (ndr.: 11 partidos, 10 minutos). Pero más adelante, cuando fui a Obras, fue cuando tuve mucha participación y considero que fue el mejor año que he tenido. Son dos sensaciones distintas”.
-¿Qué te fue llevando a elegir cada club? ¿Por qué te inclinabas hacia tal oferta?
“El desafío de estar en un equipo nuevo. Por ahí cuando me toco estar muchos años, era porque el club buscaba ir más para arriba. Estando en Obras, me salió la oportunidad de irme a Conarpesa a jugar al TNA, y lo vi con buenos ojos, porque se había armado para ascender. Arriesgué mucho, porque como te dije recién, venía de una gran temporada con Obras”.
-¿Cambió tu forma de jugar con el correr de los años?
“Según la edad, y según los equipos. Hubo equipos en los cuales me tocó ser como un perro de caza, como lo que hace Alejo (Schestakow) ahora en Anzorena. Y en otros necesitaban más mi función ofensiva o que jugara de pivot. Por ejemplo el haber jugado mucho de 3, me quedó de que es un puesto que tiene que ayudar mucho a todos”.
-En estos últimos años de carrera, ¿has priorizado otras cuestiones a la hora de elegir?
“Sí. Hace varios años que he priorizado estar o cerca de la familia o con la familia.
-Has mencionado varias veces lo de la familia durante la entrevista. ¿Cuánto ha tenido que ver Ana en todo este presente tuyo? ¿Sos de apoyarte mucho en ella, de hablar sobre tus decisiones deportivas?
“Mucho. Porque a partir del momento que decidimos estar juntos, fue cada vez más complicado luego estar separados. Con la llegada de los chicos, menos ganas de estar lejos de ellos. Empecé a extrañar yo, y ellos también a mí. No era lo ideal eso ni lo que tenía pensado para esta etapa. Le agradezco a ella, porque ha hecho mucho esfuerzo en seguirme a mí. Por ejemplo en Trelew, luego de estar 3 años y con Ana trabajando, tuvimos una oferta y nos fuimos. Ella tuvo que dejar su trabajo y me volvió a seguir y así arrancó de nuevo en otro lugar. Yo estoy acostumbrado pero ella era empezar de cero totalmente”.
-¿Cómo te conociste con Ana?
“El básquet también me dio el amor de mi vida. Yo jugaba en Santa Rosa, con quien estaba de novio con la hermana de Ana. Después fui al casamiento de ellos, y ahí creció un poco más la relación con Ana”.
(Ana ingresa en la conversación) “Nosotros hasta ahí solo nos conocíamos. Después no lo vi más por dos meses”.
Jorge Sánchez: “Luego la invité a La Plata y aceptó a ir. Y comenzamos la relación”.
-¿Tenes alguna cuenta pendiente en tu carrera?
“No. Tuve la suerte de hacer todo lo que quise. Viví todo. Jugué Ligas Sudamericanas, viaje a China. Ascendí, descendí. Era lo que quería para mi carrera; por supuesto igual que hubiera querido que las cosas malas no estén, pero ayudan para aprender. No me arrepiento de todo lo que pasó. Siempre el esfuerzo lo hice el máximo. Nunca me quedo nada al azar. Tengo la mente tranquila”.
-Has dejado muchas amistades en todos lados. Realmente no recuerdo algún partido en esta temporada del Torneo Federal, que no te hayas saludo y parado un rato a charlar con algún rival.
“He jugado con muchos jugadores. Imagínate que estuve en 14 o 15 equipos, ahora no recuerdo bien. Y también me he cruzado con gente que he enfrentado en una enorme cantidad de partidos. Esto me hace sentir que en lo personal, he hecho las cosas bien, más allá de lo deportivo. Son mejor que un campeonato”.
-Hace poco titule, que “había Hacha para rato”. ¿Vos te has puesto fecha de vencimiento? ¿Es algo que estas pensando en tu retiro? ¿Lo estás elaborando? ¿O coincidís conmigo?
“No, no para nada (responde sorprendido). No me pongo a pensar en eso. Sería como esperar el final. El otro día no sé quién me preguntaba y le decía, que el día que no sienta ganas de entrenar, de preparar un partido, ahí va a ser el momento de parar. Quiero seguir sintiendo la sensación de traspiración en las manos antes de cada partido, y por ahora me sigue pasando eso y lo disfruto. El día que no sienta nervios, va a ser el momento de decir basta. El cuerpo también por supuesto que influye mucho”.
-¿Te ves ligado al básquet luego de tu retiro?
“Sí, me veo ligado aunque sea de alguna forma. Fueron muchos años que he estado cerca del básquet. Me gustaría dejar mi experiencia a los que vienen”.
-¿Qué legado dejas?
“En lo deportivo creo que siempre di lo máximo, entrené al máximo y jugué al máximo. Era la única forma que lo supe hacer. Lo que más me satisface es que siempre estuve al máximo en cualquier partido, porque siempre sabía que algo te mira”.
-Sergio Hernández, en una entrevista cedida a Básquet Plus hace un tiempo, reconoció que por la vorágine de la carrera, todavía no ha podido sentarse a disfrutar, a pensar en todo lo logrado. ¿Vos has caído en todo lo que te ha pasado en estos 20 años? ¿O te sucede algo similar a él?
“Cuando termina todo, ahí te sentas en frío a pensar en todo lo que ha pasado. Seguramente ahí llegará el momento de leer muchas entrevistas, ver medallas guardadas que tengo y otros recuerdos; en ese momento caeré en todo lo que he logrado, más que nada vivido. Ahora vas de un club a otro, de un partido a otro. Yo vivo el momento. Seguramente me sorprenderé luego”.
-¿Trabajaste en una fábrica también puede ser?
“Sí, cuando tenía 21 años me fui de Independiente a mi casa. Tuve un tiempo que no quise saber mucho de básquet. Yo tenía el título de técnico en electromecánica. Me anoté en una fábrica de pañales, me tomaron un examen y quedé. Ocho meses estuve trabajando, durante 12 horas de corrido”.
-¿Cuánto tiempo estuviste sin jugar al básquet entonces?
“Yo trabajaba y seguía jugando, aunque en un club de mi ciudad. No lo dejé totalmente. Luego me llamaron de Santa Rosa, que habían armado un equipo para jugar la Liga B, así que le avisé a mi jefe y deje el trabajo”.
-¿Fue buena esa experiencia?
“Entré a una fábrica, donde para mí era como un equipo. Fabricábamos pañales en una máquina, recibíamos premios. Si trabajábamos en equipo, la máquina lo hacía bien. Fue algo bueno, y me sirvió para darme cuenta que podía hacer otra cosa. Porque el básquet es lo que me gusta a mí”.
-¿Encontraste una relación entre lo de la fábrica y el trabajo en un equipo de básquet? ¿Aplicaste algo de lo de la fábrica luego en algún grupo donde estuviste?
“Sí. Pero igual fue al revés. Todo lo que yo sabía de manejos de grupos por el básquet, lo trasladé a la fábrica. Tenía que relacionarme con gente grande, con compañeros jóvenes también. Había una diversidad de edad. Todos nos ayudábamos entre todos”,
-Mucha relación con el básquet…
“Una empresa requiere trabajar como un equipo. Y en el básquet lo fundamental es el grupo”.
-¿Queres dejar algún mensaje final? Es todo tuyo el micrófono.
“Agradecer todos los años que me dio el básquet. El estar acá en Anzorena, es sentirme como en familia. Mis últimos años de básquet no podrían haber sido mejor, que estando en Mendoza. La gente de Anzorena siempre me apoyó. Quiero agradecerles por el homenaje que me hicieron, al entregarme esta camiseta por estos 20 años. Muy agradecido a toda la familia de Anzorena”.
Fuente: Prensa Anzorena