Levantar el pie del acelerador, correr lento, en ciertos momentos es una práctica común en las planillas de ciertos atletas de punta. A su vez, puede servir de inspiración para los amateurs que ya están acostumbrados a largas distancias.
Por dar un ejemplo, cuando se prepara para grandes competencias, la keniata Joyciline Jepkosgei, primera mujer en correr una media maratón por debajo de 1h05m, realiza sesiones regenerativas en un pace de 5 minutos por km: es decir, bien por arriba de su velocidad promedio en los 21K, que es de 3.05 min/km. Uno de los días de la semana, la atleta africana descansa y, sobre todo, aprovecha para ir a la iglesia.
Correr más suave en algunos entrenamientos “es ideal para quien tiene un volumen semanal alto”, explicó Rodrigo Lobo, famoso entrenador brasileño. En el caso de Jepkosgei, esa cuenta ronda los 140 kms en seis días.
“No se puede asociar volumen alto a alta intensidad. Esos entrenamientos regenerativos, de ritmo constante, debajo del VT1 (primer umbral ventilatorio), sirven para curtir las piernas y ayudan a que el cuerpo se adapte al movimiento de correr, dejando a su vez la musculatura más específica para la modalidad. Para un atleta amateur con cierta experiencia, que disputa carreras de 21 o 42K, vale mucho la pena. Esa baja intensidad ayuda en el proceso regenerativo”, dijo Lobo.
En el instante en el que se alcanza ese primer umbral ventilatorio se da la equivalencia entre el consumo de O2 y la producción de CO2. VT1 es el nivel en el cual la producción de lactato aumenta, pero aún existe un equilibrio entre producción y remoción, lo que hace que las fuentes energéticas aeróbicas sigan trabajando de forma predominante en la provisión de energía para el ejercicio en cuestión. Esa relación evita la llegada de la fatiga.
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