Luego del balance de los entrenadores de básquet de la zona Norte y del presidente de la Federación Pampeana, haré una lectura de lo ocurrido en la temporada 2016 en forma general en el básquet pampeano.
La mayoría de los entrenadores fueron muy auténticos, sinceros y autocríticos .No se callaron nada, ni lo bueno, ni lo malo de lo acontecido y dijeron en pocas palabras mucho de lo que se ve en cada club, sacando a relucir “tierra escondida debajo de la alfombra.”
Esto es muy saludable para nuestro básquet. Con mentiras y sin autocríticas es muy difícil mejorar y poder encontrar el camino correcto y tal vez deseado.
Los dirigentes, en su mayor medida, deberán acercarse un poco más a sus entrenadores, porque el llamado de auxilio público exige un acercamiento entre las partes y la reconstrucción de una relación que está quebrada.
La charla con los entrenadores indicó soledad, pedido de ayuda a los dirigentes o a sub comisiones a veces inexistentes.
Por otro lado, el presidente de La Federación, Ruben Labarere, hizo referencia en su balance al mejoramiento del trabajo con las selecciones y a la necesidad de incorporar un director deportivo Full Time.
El formato de competencia deberá cambiar y habrá que escuchar a cada institución afiliada a la Federación y darle una competición acorde a sus necesidades y posibilidades deportivas.
Hoy no estamos bien, tenemos que dejar los egoísmos de lado y pensar en una restructuración de nuestro básquet.
Los dirigentes deberán estar más permeables y escuchar a los que saben, hay gente formada en La Pampa sin tener la necesidad de traer a entrenadores de otros lares para que nos cuenten un cuentito que ya lo sabemos.
Los entrenadores se capacitan, estudian, revalidan, invierten para adquirir nuevos conocimientos y están actualizados para poder desarrollar su trabajo con idoneidad. Los dirigentes, yo me pregunto, están? Quieren aprender? O quieren manejar a los entrenadores como los empleados de una fabrica a los cuales se les controla el horario, se les paga poco y se les exige más de lo que se les da?
Por eso, no hay que temerles. Por ejemplo, en el básquet aprendemos mucho de los partidos perdidos (los analizamos, corregimos, estudiamos el error), pero también aprendemos y nos motivamos con los partidos ganados. A los jugadores, a los padres, entrenadores y a los hinchas les gusta que su equipo gane, pero en la vida no sólo hay que aprender a perder para crecer, sino estaríamos formando solamente gente con la estima muy baja y que ante el menor problema bajarían los brazos.
Señores dirigentes: la autocrítica es una parte necesaria de la autoestima. Necesitamos ser capaces de ver nuestro propio error para aprender y así poder corregirlo.
En este sentido, debemos aceptar las correcciones y admitir que nos podemos equivocar. Esto último es lo que más nos cuesta, porque tenemos temor a que nos condenen socialmente.
Una parte está en el camino correcto, la otra deberá mostrar si está a la altura de las circunstancias para poder escuchar y poder juntos hacer crecer a un básquet pampeano dormido y aletargado.
Creo que estamos a tiempo y sólo hay que lavarse la cara, sacarse el maquillaje y empezar de nuevo.
Por: Gustavo Vaninetti